viernes, 27 de julio de 2012

MI PERÚ, TU PERÚ, NUESTRO PERÚ, NUNCA DE ELLOS


♫ Yo también me llamo PERÚ con p de rifle, la r de patria, la u del ejemplo, la e de la unión...

Yo te amo Perú porque eres un país hermoso.

Yo te amo Perú porque puedo tomar un carro en cualquier parte que se me antoje.

Yo te amo Perú porque cuando se viaja en algún transporte público puedes escuchar miles de géneros musicales dependiendo de la hora y el chofer.

Yo te amo Perú porque puedo ir al mercado cooperativo y fiarme de la casera.

Yo te amo Perú porque puedo botar mi basura atrás del cerro o en el descampado si se me pasó el camión.

Yo te amo Perú porque hay una mala planificación de obras viales, como en Arequipa.

Yo te amo Perú porque puedo comprar libros piratas en la av. Javier Prado para leer en el tráfico.

Yo te amo Perú porque aquí la Iglesia Católica y otras iglesias y religiones y sectas y grupos, etc. hacen de las suyas.

Yo te amo Perú porque también tenemos Cristo de Corcovado.

Yo te amo Perú porque tenemos monumento a la papa en uno de los departamentos más pobres.

Yo te amo Perú porque tenemos sombreros gigantes y más monumentos raros en provincia y hasta dinosaurios en algunos distritos.

Yo te amo Perú porque aquí se distribuye mal el dinero.

Yo te amo Perú porque en Mala o Lurín puedo tomarme un desayuno de la pitrimitri.

Yo te amo Perú porque la papita con huevo que le compro a la madrina en la esquina de Tacna con Uruguay es buenísima.

Yo te amo Perú porque en Willson me puedo comprar una súper computadora bien barato.

Yo te amo Perú porque si un policía me para, por cometer una infracción, con un par de billetes lo soluciono.

Yo te amo Perú porque cuando viajo en el carro me intentan vender: Cepillo viajero; Olé Olé; linternas para detectar billetes falsos; turrones arequipay; Ortelas; chocolate Mecano; pie de manzana; chocolate vizzio; galletas chaplín; keke; habita-maní-canchita; cua-cua de 3 x un sol; lapiceros; porta documentos; laxantes; productos naturistas: barritas energéticas, libros de recetas saludables; caramelos naturales que quitan desde el estrés hasta los hongos de los pies; llaveros trabajados finamente en acero: el búho para la envidia, el corazón para el amor, el herraje para la buena suerte y el delfín para la amistad; etc., etc., etc.

Yo te amo Perú porque en tus tierras existe Robin Hood, que roba a los ricos para vender a los pobres, en la Cachina o en Ciudad de Dios, o en La av. San Juan o debajo de algún puente de la capital.

Yo te amo Perú porque tienes una flora y una fauna inigualables.

Yo te amo Perú porque en tu selva y en tu sierra hay gente hermosa y llena de cultura y tradición que muere o que queda en el olvido por el paso de empresas hijas de puta, que enferman y destruyen todo.

Yo te amo Perú porque crees en los animales y las bestias, los proteges y defiendes con amor de madre, aunque sean ladrones y les permites cargos en el gobierno.

Yo te amo Perú porque casi todos tus medios de comunicación son una porquería idiotizante, una mención especial para la tv.

Yo te amo Perú porque tu gente tan linda y acogedora se discrimina los cholos discriminan a cholos como yo, los serranos se mentan entre serranos y los negros se detestan y podemos ver infinidad de casos.

Yo te amo Perú porque los choros aquí te piden colaboración.

Yo te amo Perú porque en cualquier lugar puedo comer una suculenta salchipapa o un rico sánguche simple o especial.

Yo te amo Perú porque pese a que existen FFAA, Policía, Serenazgo y huachimán, la delincuencia está por doquier.

Yo te amo Perú porque en muchos lugares puedo tomar un poderoso emoliente o maca o leche de soya, o ponche de habas o quinua acompañado de un pan con huevo, hot dog, torreja, pescado, lomo, etc.

Yo te amo Perú porque en algunos lugares puedo comprar celulares en el piso.

Yo te amo Perú porque aquí todo sube menos mi sueldo.

Yo te amo Perú porque en tus tierras, la mayoría de las empresas, por no decir todas, son extranjeras.

Yo te amo Perú porque aquí los asesinos tienen la justicia a su favor.

Yo te amo Perú porque puedo comprar películas desde S/. 1.00 y estrenos a S/. 2.00.

Yo te amo Perú porque aquí una persona puede morir antes de que lo atiendan en ESSALUD.

Yo te amo Perú porque si esa persona no muere en la cola y llega a sacar cita le dicen que no lo pueden atender porque el Director del MINSA se robó la plata.

Yo te amo Perú porque mucha de tu gente -miserable- tan linda, piensa que los que ofrecemos servicios somos sus esclavos.

Yo te amo Perú porque aquí los violadores son tan bravos que hasta la justicia violan.

Yo te amo Perú porque eres un país que se maneja al revés, donde todo está de cabeza, -por eso escribí así el vals-.

Yo te amo Perú porque el Pisco y el suspiro a la Limeña son tuyos.

Yo te amo Perú porque eres un sentimiento,  eres una pasión, eres grande y majestuoso, eres místico y ancestral.

"La cantidad de peruanos en el Perú y el mundo es más grande que el número de problemas que hay en él, manos a la obra hermanos".
¡¡¡FELICES FIESTAS PATRIAS!!!

Raphael Nicolás Catalán Córdova

LA CASA EN LA PLAYA

(Julio Ramón Ribeyro)

Tal vez, en algún momento, nos hayamos visto en la necesidad de estar solos, descansar del trabajo, de los problemas familiares o, simplemente, de la complejidad que significa vivir en la ciudad.

La casa en la playa, de Julio Ramón Ribeyro, se ambienta en un contexto similar; en el que el narrador y Ernesto, su amigo, se aventuran en una expedición de proporciones poco comunes. Buscan, al regresar ambos de Europa, un lugar tranquilo para alejarse, según ellos dicen, de las grandes ciudades y lo que implica vivir en ellas:

“… estábamos ya hartos de las grandes ciudades. No soportábamos su ajetreo; la estridencia de sus medios artísticos y la sofisticación de su vida social”.

Podemos ver en los personajes de Ribeyro una actitud de rechazo hacia la cultura occidental, producto de la saturación que ella causa. Entonces, el resultado de llevar esta vida estridente se traduce en la idea de querer buscar un espacio donde poder construir una casa que los cobije, que les dé la tranquilidad que desean alcanzar.

Pero… ¿hacia dónde ir?

“Y ese lugar no puede ser otro que la costa peruana…”

¿Por qué?

“Ambos habíamos nacido al borde del mar, jugando de niños en las vastas playas del sur, crecido explorando sus dunas y arenales… pero cargados para nosotros de presencias, de poesía y de misterios”.

Son los recuerdos, por tanto, de un pasado mágico, armonioso y nostálgico, que los empuja a realizar su cometido, a materializar sus sueños, a intentar llenar ese vació que la sociedad occidental creó en ellos.

Es por ello, que la playa se convierte en una especie de refugio, de portal que los trasladará a un mundo distinto, cercano al que ellos buscan; en el que una vez vivieron disfrutando de su niñez. Y como ambiente natural, la playa representa la contraparte de la ciudad, es decir, lo tranquilo, lo silencioso, lo que permite al hombre acercarse a la meditación, y con ella, al equilibrio interno.

Por otro lado, también podemos notar que nuestros personajes (el narrador y Enesto) buscan la playa, entre otras cosas, porque suponen que allí estarán alejados no solo de la cultura occidental, sino también de las multitudes, que con sus costumbres poco comunes rompen con la armonía natural que debería caracterizarla. Son esos hombres, mujeres y niños, provenientes de los pueblos jóvenes aledaños a Lomo de Corvina, a los que Ribeyro hace referencia, quizá para poner de manifiesto una de las tantas consecuencias que el fenómeno migratorio causó en Lima: crecimiento desmedido de la población.

Otro aspecto que se podría rescatar de este cuento es el grado de modificación que sufren los esquemas morales de los personajes principales:

“Al año siguiente estábamos ya en Lima… Esta vez, sin embargo, decidimos innovar: para compartir nuestra aventura y amenizar nuestro viaje resolvimos ir acompañados por sendas amigas.

Siendo ambos casados y con hijos…”.

Aunque la infidelidad está presente, no podemos afirmar de manera categórica que siempre lo haya estado; pero lo que no se puede negar es que las relaciones amatorias entre ellos y sus esposas se vieron rotas, gracias al tedio de lo cotidiano y la desvalorización de los lazos que deberían unir a una pareja, a un matrimonio.

Cada accionar, cada evento fortuito, cada intento de búsqueda fallido, nos permite entender el largo proceso por el que el ser humano tiene que pasar si quiere hacer de sus ideales una realidad; que si no logra conseguirlos:

“¡Qué importa! –dijo muy serio-. Si no encontramos la playa desierta, nuestra casa sólo existirá e nuestra imaginación y por ello mismo será indestructible…”.

Resignarse, en el contexto de La casa en la playa, es comprensible, pero en el nuestro sería una mala decisión, porque obstaculizaría nuestro panorama y nos impediría, obviamente, ver todas las posibilidades que tenemos a nuestro alcance para poder conseguir lo que queremos. Pero, eso sí, actuando con responsabilidad y criterio a la hora de escoger una de ellas, porque tengamos en cuenta que no todas las vías, de las que nos podamos valer para llegar a un determinado lugar, son las más adecuadas.

Finalmente, puedo decir que La casa en la playa es una metáfora que invita al lector a darle un sentido, una explicación de acuerdo con sus experiencias. Es un ideal que todos construimos; que intentamos materializar a partir de nuestros intereses, de nuestros deseos, de nuestros sueños.

¿Y tú, ya encontraste tu casa en la playa?

Máikol M. Fernández Solano

domingo, 8 de julio de 2012

MAESTROS JEDIS

La vida da unos giros inexplicables a veces, dicen. Aunque en el que ahora me encuentro, sí tiene explicación.
Betty Amorety, era el nombre de mi profesora de inicial y Nelly Contreras, el de la auxiliar, sí, del aula amarilla en el Niño Jesús de Praga de San Juan de Miraflores. Eran dos ángeles, siempre dispuestas, siempre cariñosas, no me acuerdo ninguna canción, pero me acuerdo de toditito lo que me enseñaron, espero se encuentren muy bien.
En primaria, nunca voy a olvidar al subdirector: Pepe Clemente, que cuando mi padre se acercó a pedirle en forma personal -ya que son colegas- que me aceptara en el CE No 6046 "Virgen de Fátima" pese a que era muy pequeño aún, pero era muy inteligente, y que si quería me entreviste. Creo que en lo que me preguntó sobre diferentes cosas, - recuerdo muchas de las preguntas, respondí bien, hasta que llegamos a las matemáticas y me dijo: "¿qué número es éste?, su dedos índice y anular estaban levantados tan verticalmente que le dije: mmm... ¡once! Y luego recuerdo que mi papá estaba instalando un caño en un lavadero del colegio, creo que no pasé la entrevista.
María Teresa Sandivar, me dio la bienvenida en el 1ero B, recuerdo su voz, sus gestos, cuando me enseñó a escribir. Nunca dejé de verla sonreir, espero lo siga haciendo, hasta hace un par de años  me la cruzaba por alguna calle cerca del colegio, ahora que no, espero le vaya muy bien.
En el 3ero y 4to B pasé inolvidables años, la profesora María Isabel, inculcó rigor a mi vida, era tan dulce como las otras profesoras que tuve, pero tenía un momento en el que se tornaba muy seria, o es que nosotros nos portábamos muy mal.
Nunca habían decorado mi frente con ninguna estrella, ni ninguna otra cosa para que se note que era un buen alumno, porque lo era, tal vez Juan José Villegas Campos era el más inteligente, pero yo, el siguiente, le logré arrebatar ese título algunas veces. Pero no, nunca marcaron mi frente por sobresalir, sino por no traer el libro de matemáticas, la profesora Alejandrina lo hizo con un fine pen color negro y me escribió: "No hice la tarea", la verdad es que sí la hice, pero olvidé el libro por llevar unas revistas de mangas y animes. Ella siempre utilizó un pequeño dibujo de una cabezita con los cabellos parados, como yo, para hacer más dinámica la clase, me gustaban mucho las de lenguaje y literatura. No pudo enseñarnos en 6to porque la nombraron sub-directora, espero poder volver a verla.
Felizmente que ante la falta de un docente en nuestra aula, no ocupó la vacante otro profesor de los que ya había en la institución: Ni el profesor Juan, ni la profesora Jenny, ni la profesora María del Carpio, ni la otra profesora que no recuerdo su nombre pero si su cabello pintado con agua oxigenada, dicho sea de paso eran muy malos profesores, mis amigos les tenían miedo, especialmente a las profesoras, ah y olvidé al regordete Gustavo, profesor aún por ahí, ese tipo, mejor no comento más. Yo me siento agradecido porque me tocaron las mejores profesoras de esa institución.
Bien, entonces, contrataron a un profesor, el primer profesor varón que tenía mi sección, Julio Meza Osco, profesor de matemáticas, iqueño, era inexperto, pero se notaba que se empeñaba por enseñarnos bien las materias, ya que como mencioné era profe de matemáticas de secundaria y en ese momento nos tenía a 32 muchachos del 6to B todo el día, todos los cursos. Ahora que me doy cuenta, ya que sigo la carrera de Educación, seguro leía esos manuales para hacer clases y todos los textos que le daban "estrategias a uno para hacer clases". Me encantaba cuando nos hacía leer al frente, traía un texto él, o elegía uno de nuestro libro y siempre que leía yo me cortaba en la primera o segunda oración, una vez un compañero, que me detestaba y sí, me hacía bullying, le dijo: "¡¿pero porqué a Catalán lo hace leer menos que a los demás?!" el profesor Julio muy calmado le dijo: "Porque se nota cuando alguien lee bien", se que no era del todo indicada la respuesta, pero cumplió su cometido: responder a Blas y callarlo, aunque eso hizo que me odie más, me lo confesó mientras me golpeaba una vez, de todos modos, gracias profesor Julio.
Mi secundaria fue alucinante porque tuve maestros Jedis, sí, maestros Jedis de verdad: eran igual de feos y raros, y tenían su espada y a veces poderes para gritar descomunalmente, hacerte limpiar la mota, etc. William Asián, Graciana Aguirre, Fernando Zavala, Nicolás Villanueva, Carmen Barriga, Alejandro Custodio, Luis Ángel Libón, Elena Vegas (la más normal y además era hermosa), María Elena Panduro, Nancy Navarro, Stuart Casariego (Patricio estrella), Maribel Ramos, Jhony Tueros, Andrés Medina (el profe traga serpientes), Felipe Torres (Geppeto), Gloria Guayanay, María Elena Medoza, Héctor Morán, Hugo Aroni(papá pitufo), Pilar Cáceres, Elizabeth Pérez (hermosa también), Olga Ramírez, Erika Chávez, Eduardo Benancio(Picapiedra), Manuel Allcacco(nunca me llegó a responder cuando le pregunté si sus hijas estaban buenas en quechua), Nilton Chávez, Noemí Pampacata (Juanita), Yamcha y otros más. Quiero hacer una mención especial a la profesora Yenni Oliva, a quien yo fastidié a muerte, profesora de Matemáticas, era Yenni Crugger, no había clase, ni oportunidad que yo perdiera para hacerle la vida imposible. Quisiera saber si le llegó el video en el cual le quité el libro de matemática a muchos y lo rompí y los eché al fuego que encendí con otros en un cilindro de basura. Nos hicimos buenos amigos al final, espero se encuentre muy bien, andaba enferma fue lo último que supe.

No quiero hablar de los profesores de la universidad pues muchos serán víctimas, digo personajes de otro artículo mio. Pero hay muy buenos profesores también, tanto los de especialidad como los de cursos generales. A todos ellos, de inicial a superior, espero que hayan pasado un feliz día del maestro.
Ahora es mi turno, ahora soy en la práctica y pronto cabalmente: Docente, profesor, teacher, maestro, hasta Mis me han dicho, en fin. La carrera es buena, es una oportunidad para actuar por el país por el futuro y me la quiero jugar.
Sigo siendo palomilla, pero ya no estoy en la carpeta ahora estoy al frente, sigo participando en exámenes orales, pero ahora soy quién los toma, sigo participando en la clase, solo que ahora soy el que la desarrolla, sigo haciendo bromas en clase pero ya no para arruinarla, sino para hacerla más entretenida y me esfuerzo por cada vez ser mejor en esto. Espero mis compañeros también y los de otras carreras, inténtelo desde sus lugares y trátenme bien eh, quizás mañana sea el profesor de tu hijo.

Raphael Nicolás Catalán Córdova


domingo, 24 de junio de 2012

DUERME


A ella, de ondulados cabellos,

Mirada encantadora

Y juguetona sonrisa.

Quien no ha intentado, alguna vez, decirle a la chica que nos gusta:

     ¿Sabes...? ¡Quisiera decirte… que… tú y yo…!

Pero cuando lo queremos decir se nos lengua la traba, como diría el Chapulín, y nada nos ‘sale’, solo palabras entrecortadas, indescifrables, acompañadas de manos sudorosas y una tembladera de cuerpo que no hace más que mostrar ese miedo que nos hace sentir esa respuestita que nunca quisiéramos escuchar:

     ¡No puedo quererte como quisieras! ¡Te quiero! ¡Sí! ¡Pero como a un gran amigo!

Entonces esa ilusión se desvanece y se convierte en un sueño, un sueño que creamos, que anhelamos cumplir,  impulsados por ese noble deseo de sentirnos amados.

Cosa distinta sería que tú quieras y alguien más te quiera, y que en un momento de fortuna, de algún designio divino, ella, por quien tantos suspiros diste, quede dormida en tu regazo. ¿Qué haríamos entonces?

Aunque parezca mentira, todo toma un nuevo matiz. Parece un sueño, pero es realidad. Lo que no podíamos decir, lo que nuestros labios no podían pronunciar, ahora lo dicen a un cuerpo inerte, cálido, resplandeciente, equilibrado, que el sueño adormece y convierte en el más frágil ser de este trastocado mundo.

Es curioso, ¿verdad?, pero lo que no podemos hacer en un momento lo hacemos en otro, cuando todo está a nuestro favor. Así, tal vez no como lo describo, Bécquer alguna vez lo dijo en una de sus rimas, que, curiosamente, lleva un título sugerente: Duerme. Allí dice:

Despierta, tiemblo al mirarte;

Dormida, me atrevo a verte;

Por eso, alma de mi alma,

Yo velo mientras tú duermes.

Quizá no te haya pasado algo similar, pero te ha pasado.

     ¡Que NOOOOOOO…! Dirás.

Te digo que sí nos ha pasado, porque el DORMIR se puede interpretar de muchas maneras, como indiferencia, rechazo, desconocimiento, entre otras cosas. De esta manera nuestro corazoncito enloquece y nuestro verbo florece, porque el tenerla dormida es como tenerla lejos, pero cerca; así que hablamos y decimos lo que queremos decir sin que ella nos escuche, ya que ésta es nuestra forma de ser.

     ¡Como quisiera decirte lo que pienso! ¡Como quisiera decirte que estoy aquí, que existo y te amo intensamente!

El querer nos limita, nos retrae, nos calla, nos aleja de ella. Por ello, lo que hacemos, lo hacemos al revés. No le hablamos, mas sí sentimos felicidad cuando está cerca de nosotros.

Despierta hablas, y al hablar, vibrantes

Tus palabras parecen

Lluvia de perlas que en dorada copa

Se derrama a torrentes.

Todo parece maravilloso cuando nos quedamos calladitos y dejamos que todo pase, sin ignorar ningún detalle. Soñamos despiertos, magnificamos las cosas, establecemos relaciones que nunca nos hubiéramos imaginado. Así funciona la inspiración, así funciona la poesía.

Y, a la sazón, Bécquer nos haría recordar nuestra cobardía y esa ‘manía’ que tenemos de solo decir las ‘cosas’ cuando esa personita, sí, ella misma, por la que quizá nos hayan dicho:

     ¡No seas monse! ¿Qué esperas, una invitación para mandártele? ¡Te estás quedando!

Está distante de nosotros o, simplemente, está cerca, pero la obviamos, por temor. Diría entonces, nuestro amigo, en aquel momento:

Sobre el corazón la mano

He puesto porque no suene

Su latido, y de la noche

Turbe la calma solemne.

De tu balcón las persianas

Cerré ya, porque no entre

El resplandor enojoso

De la aurora, y te despierte…

                                               ¡Duerme!

Eso haríamos, callar lo que nuestro corazoncito desea gritar, evitando que cualquier molestia interrumpa su dulce tranquilidad.

¿Seremos así en realidad? Yo creo que sí, y me incluyo. No importa que tanto haya avanzado el internet, los celulares o las redes sociales, porque esa ventanita donde solemos escribir:

     ¡TKM!


Solo nos hace más complicada la vida, de pronto para quienes recién estamos incursionando como noveles aventureros en el desconocido mundo del AMOR: nos da un empujoncito para declararnos sin tener que pasar tantas incomodidades. Aún así, cuando llega el momento de decírselo directamente, la historia nuevamente se repite.


Así que ¡seamos valientes!, hombres y mujeres, y enfrentemos nuestros miedos. Por qué rehuir al amor, si algún día, inexorablemente, tendremos que experimentarlo; aunque nos cause dolor o una dicha profunda.

¿Cómo somos? ¿Qué hacemos por decir lo que sentimos, por expresar nuestras emociones? Solo nosotros lo sabemos.

No es bueno reprimirse. Actuemos, pensando y sin causar daño a nadie. Escucha a tu corazón y lucha por lo que quieres. Las grandes cosas se logran primero soñando y luego actuando. Si logramos conseguirlas, celebremos nuestros logros; si no, no nos resignemos, continuemos nuestro camino.
Por Máikol M. Fernández Solano.