Resulta para mí imposible mirar una buena película de terror o policiaca y no recordar o sentirme envuelto con el escenario de Edgar Allan Poe (Boston 1809 – Baltimore 1849). Este escritor estadunidense que comenzó su carrera literaria a los dieciocho años con su libro Tamerlane and Other Poems durante su vida se sintió un prisionero de los Estados Unidos, conviviendo siempre con la pobreza y el alcohol.
Su obra fue siempre admirada por los simbolistas franceses Baudelaire, Mallarmé y Valéry, aunque no lo fue así ante la crítica anglosajona. Su obra más notable son los cuentos de horror fantástico y policial, traducidos al español por el escritor argentino Julio Cortázar, estuvo muy cerca de la tradición de la novela gótica alemana.
Edgar Allan Poe tenía una fascinación increíble por el tiempo de duración de un cuento, el cual no debía de ser muy largo, más bien por el contrario breve, lo mismo que los poemas, introduce al lector como clave en la estructuración de la obra. Edgar Allan Poe no fue un fracasado en tiempo, sino un periodista exitoso y un escritor reconocido. Saludos en donde esté maestro Poe.
Joaquín Sánchez Vásquez